No cabe duda de que España es uno de los países productores de vino más importantes del mundo. Del Rioja al Cava, España elabora una gama de grandes vinos y vinos espumosos que se exportan a todo el mundo. Y no es sorprendente que este país sea tan bueno en esto, ya que la industria vitivinícola ha estado presente en España durante muchos siglos.
Es imposible determinar el origen exacto de las viñas en España, ya que se han encontrado semillas del cenozoico o era terciaria (hace unos 2,5 millones de años), y la gran abundancia de variedades nativas de uva permitió la viticultura temprana. Algunos arqueólogos creen que las viñas se cultivaron desde hace unos 4.000 años.
Los fenicios invadieron el sur de la Península Ibérica y fundaron la ciudad de Cádiz en torno al 1100 A.C., y la viticultura aumentó, aunque fueron los cartagineses (del moderno Túnez) quienes trajeron tecnologías nuevas y avanzadas para el cultivo de viñas. A pesar de todo esto, se suele decir que la verdadera historia del vino español comenzó tras la conquista de Hispania por los romanos, una vez que Cartago fue derrotada en las Guerras Púnicas.
Durante el control romano de Hispania, se comerciaba con el vino español, que se exportaba a todo el Imperio, y sus dos lugares principales de producción en aquel momento eran Tarraconensis (su capital era Colonia Iulia Vrbs Triumphalis Tarraco, la Tarragona de hoy en día) y Bética, llamada así por el río Baetis (que hoy en día se llama Guadalquivir), otra región romana al sur de España, cuya capital era Corduba, hoy Córdoba.
Durante muchos años el vino español fue exportado más a Galia (Francia) que el italiano, ya que así lo atestiguan las ánforas encontradas en asentamientos romanos en Normandía, Bretaña, Provence y Burdeos. Si alguna vez visitas España, te recomendamos que pruebes tantas variedades distintas de vinos españoles como puedas, no lo lamentarás.
Roma era un enorme imperio, y la necesidad de suministro de sus legiones incrementó el ya notable comercio de vino español, a pesar del hecho de que su calidad no siempre era fantástica, y algunas de sus cosechas "sólo servían para emborracharse", como escribió Ovidio de un popular vino vendido en España, llamado Saguntum.
Cuando Roma cayó, España ya no era parte del gran imperio, y debido a su ubicación geográfica se volvió vulnerable a invasiones. Tal es el caso de muchas invasiones germanas que terminaron con las pérdida de muchas plantaciones de viñas. Hay poca información sobre la evolución de la viticultura y de la fabricación de vino en los siglos sucesivos, aunque parece que hubo algún tipo de industria del vino durante la ocupación musulmana en Al-Andalus.
El consumo de alcohol estaba prohibido para los musulmanes, aunque los jefes moriscos tenían una posición algo ambigua en relación al vino. Sabemos que el cultivo de viñas continuó, e incluso mejoró. Muchos califas y emiratos eran propietarios de viñas y bebían vino, a pesar de la prohibición de la ley coránica.
Los gobernantes más liberales permitieron a los cristianos continuar atendiendo sus viñas y haciendo vino, especialmente en los monasterios. Las cosas cambiarían pronto para los califas, pero el vino español evolucionaría aún más en los años más oscuros de la historia de España.
En 1492 hubo dos eventos importantes. Los musulmanes fueron expulsados o forzados a convertirse al catolicismo, y aquellos que no hacían ninguna de las dos cosas pasaron tiempos difíciles. Esto ocurrió porque los Reyes Católicos, la reina Isabel y el rey Fernando, decidieron que querían unificar la Península exclusivamente bajo un credo: el cristiano. Por otro lado, América fue descubierta más o menos por accidente, ya que un marinero genovés, Cristóbal Colón , en realidad estaba buscando una ruta alternativa para llegar a la India. Fuera como fuese, fue la corona española la que financió el viaje y la que adquirió los derechos de comercio hacia y desde allí casi en exclusiva.
Así, la posibilidad de exportar vino español volvió a surgir. Bilbao, en el País Vasco, se convirtió en un gran puerto desde donde se comerciaba con los vinos españoles en los mercados de Bristol, Londres y Southampton. Se dice que la calidad de estos vinos estaba entre las más altas del momento. También tenían un gran contenido alcohólico, lo que permitía mezclarlos con vinos más suaves de las regiones más frías de Francia y Alemania.
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